jueves, 30 de octubre de 2014

Sexo, celos y promiscuidad

La ideología es el falso reflejo del mundo en la mente de los hombres, o mujeres. Las relaciones sexuales, como van más allá del mero acto carnal entran también dentro de la tipificación de ideología.

Es decir, cada persona ante las relaciones sexuales tiene una diferente posición, un diferente pensamiento derivado de la realidad material que la rodea. Esa realidad es la educación, la cultura, etc, todo lo que emana de una determinada sociedad y desde pequeñito se te va introduciendo en la psique.

Diferentes realidades materiales, según lo anteriormente mencionado, dan lugar a diferentes formas de pensar. Las relaciones sexuales, y cómo las caracterizamos o qué pensamos sobre ellas no escapan a esto.
Para no perderme en embrollos teóricos, que podría pero no lo haré, me limitaré a dar mi punto de vista sobre las relaciones sexuales, por si esto contribuyese a que los y las lectoras disfrutasen y normalizasen sus relaciones.

En primer lugar tenemos que tener claro que una relación sexual es una relación interpersonal. Esto que parece una tautología, de Perogrullo es el quid de la cuestión y pese a ser lo más simple de entender, es lo más complicado de asimilar. Es decir, las relaciones sexuales son cosa de dos. Partimos de esa base.

Si las relaciones sexuales son cosa de dos, significa que dos personas intervienen en ellas. Por tanto, lo que debemos tener siempre claro es que debemos contar con la opinión de esa otra persona. El sexo normalizado debe de basarse en un mutuo acuerdo entre los participantes. Por eso fundamental recabar la opinión de nuestra pareja antes de comenzar el acto sexual.(*con pareja nos referimos a partir de ahora a quién comparte la relación sexual, no a una relación afectiva).

Un gran error, bastante más pronunciado en el género masculino es el pensar que “el partido” lo juega sólo uno. Esto se traduce en una insatisfacción sexual de la compañera, pues su opinión no ha sido tenida en cuenta, lo cual conlleva su insatisfacción. Este carácter dominante debemos erradicarlo en nosotros mismos si queremos disfrutar en buena medida del sexo. Aunque parezca lo contrario, buscar uno mismo el placer propio sin tener en cuenta la opinión de la otra persona merma la experiencia placentera.

El segundo error es ver las relaciones sexuales, y en esto lo ampliamos a las relaciones afectivas, desde un punto de vista posesivo. Aquí entra de lleno el tema de la promiscuidad y de los celos.

Debemos pensar siempre, que como las relaciones son cosa de dos, también va a ser de dos la decisión acerca de que tipo de relación vamos a tener. Es posible que acordemos una relación monógama en la que nuestra única compañera sexual y afectiva va a ser una determinada persona. En este caso, la fidelidad es una elección voluntaria y libre, y no una imposición.

Existe también el caso en que nuestra relación sexual sea cosa de una sola noche, o que no conlleve una extensión a lo afectivo. En este caso la pareja decide que su relación sexual acaba y comienza con la cita de esa misma noche. Teniendo en cuenta que las mujeres no son posesiones, por mucho que hayamos “triunfado” esa noche no tenemos ni un pero que poner a la vida futura de la persona con la que compartimos lecho. Semejante punto de vista lleva a algo que debemos evitar siempre: los celos. Más tarde nos explayaremos un poco más sobre ese tema.

En tercer lugar existen las relaciones de amor libre. Son cuando dos personas acuerdan cada uno tener más relaciones sexo-afectivas a la vez. Es libre elección de ambas personas, y conlleva una ausencia total de conceptos posesivos y/o celos. Nuestra pareja puede acostarse con otros hombres y nosotros ídem.

Sobre la cuestión de los celos, hemos de autoeducarnos para librarnos de tan espantoso concepto. Desde el primer momento en que comprendamos que el amor es cosa de dos, de personas libres, que es algo colectivo, daremos un paso de gigante para eliminar los celos. La cosificación del amor, la sensación de propiedad sobre la persona amada son cosas que debemos de evitar. Ahora bien, esto no excluye que una pareja escoja una relación basada en la monogamia y la fidelidad, una relación únicamente de dos. Pero lo escogemos desde nuestra libertad y con la aquiescencia de nuestra pareja.

Mi postura personal:

Dentro del tipo de relaciones que prefiero, se encuentran las monógamas basadas en un afecto común, en el amor. Esto no excluye a las otras dos opciones, pues todo está basado en la elección común entre dos personas. Si amo a una persona, tengo que respetar su elección. Esto se consigue liberando la mente y autoeducándonos, como dije anteriormente. Y cuesta, porque todos hemos crecido en una sociedad en la que una chica que mantiene relaciones sexuales con asiduidad con muchos hombres es una “zorra”. Cuesta despojarse de ese tipo de opiniones, pero al conseguirlo disfrutamos mucho más de las experiencias interpersonales. Yo no considero zorras a las chicas promiscuas, ni las rechazo. Es que mi opinión es irrelevante, pues ellas son las que eligen. Lo mismo para con las que eligen la monogamia.

En resumen, liberaos de prejuicios y disfrutad de vuestras relaciones sexuales.

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