Crítica de la novela "Las uvas de la ira"
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Este análisis de la novela no se centrará en una sinopsis de la trama de
la obra, sino en una reflexión acerca del principal argumento de dicha
novela: la proletarización de una familia de pequeños productores
norteamericanos de finales de los años 30. Es en esta época cuando el
capitalismo norteamericano se desarrolla hasta su máximo estadío,
alcanzando la fase imperialista.
Esta fase se caracteriza por la fusión de la industria y la banca,
resultando de todo ello la aparición del capital financiero. En la
concurrencia al mercado, la libre competencia se elimina y la pequeña
producción tiende a desaparecer incapaz de competir con los precios y
condiciones de los grandes propietarios(monopolios). Esa es la trama
central subyacente en la novela: la agonía del pequeño productor y su
paso al campo de los trabajadores asalariados, dada la imposibilidad de
vencer al capital financiero.
Sin embargo, dentro de las subtramas del libro encontramos otras de
rabiosa actualidad. Llama la atención por lo cercano el tema de la
xenofobia y el trato al extranjero(a pesar de que en este caso se trata
de personas de un mismo Estado federal). Los pequeños propietarios
autóctonos temían a los recién llegados, inmigrantes, por la posibilidad
que tenían de organizarse y dar al traste con el sistema imperante. Es
decir: temían la conciencia de clase y la posibilidad de que ello
derivase en revolución. Asimismo los trabajadores locales temían la
llegada de competencia a sus puestos de trabajo, con el consabido
descenso de los salarios que forzosamente conlleva un aumento
significativo de la oferta de mano de obra. Podemos obtener la
conclusión de que se trata de una sociedad cobarde, la cual carga las
culpas de la problemática social en los eslabones más débiles de la
cadena como son los inmigrantes, ante la impotencia y la incapacidad de
plantar cara a quienes realmente lo merecen: los poderosos, el capital
financiero. Esta cobardía lleva finalmente a la reacción, como
observamos con las patrullas ciudadanas, o la complicidad de las fuerzas
represivas del Estado con el capital financiero.
Por otro lado la subtrama familiar es un fuego de artificio que tienen
como misión únicamente en crear empatía entre el lector y los
personajes, con el fin de humanizar las consecuencias del dominio del
capital financiero al ver la situación reflejada en una familia de la
gente común. Como elemento agitativo cumple de sobras su función,
dándonos cuenta de los perniciosos efectos que un modo de producción
irracional tiene entre las masas trabajadoras. Y es que más allá de los
fríos números, de la estadística, se encuentran personas y relaciones
sociales con toda su crudeza: inanición y muerte infantil, hambre,
desempleo, insolidaridad, etc.
Quizá un lector reaccionario pueda acusar al autor de panfletarismo, sin
embargo la realidad es que Steinbeck como corresponsal de prensa
conoció de primera mano casos como los que narra en su obra. Es más, me
atrevería a decir que dichos casos están en cierto modo suavizados,
puesto que si a la novela ya le costó censuras tal y como es, ¿Qué no
hubiésemos visto si aumentase en proporción su crudeza?
Llama la atención también el odio de clase y la reacción típica de la
burguesía contra todo aquel que osase criticar su sistema. Cualquiera
que estuviese en contra de los salarios de hambre, incluso que pidiese
una mísera migaja como es el agua caliente era tachado ipso facto de
agitador, de rojo, de bolchevique, etc. conllevando todo ello la
persecución social o incluso el asesinato por motivos políticos, como
ocurre con un personaje central de la novela.
También podemos notar cierto punto de anticlericalismo, con toda la
razón dicho sea de paso. La sociedad sureña norteamericana era de raíces
profundamente cristianas, cosa que observamos en el personaje del
Predicador. Este rol de la novela evoluciona desde un agnosticismo y
desencanto profundos con el ideal cristiano hasta la plena
identificación con las luchas sociales de los trabajadores. Es un
elemento crucial en la novela, de gran importancia para entender la
filosofía inherente a la misma. Tengo que subrayar que en la adaptación
cinematográfica realizada por el reaccionario John Ford este personaje
vital es presentado de forma cómica, llevando el estigma del típico
secundario gracioso. Por consiguiente podemos deducir que los estudios
de Hollywood, propiedad de los grandes bancos, quisieron reconducir una
novela de temática social, de rabiosa denuncia, en un mero divertimento
lacrimógeno. Y es que larga es la mano de la censura, cuando atentan
contra los intereses de clase.
En resumen, es una novela muy recomendable que sin llegar a los niveles
del realismo socialista, si que es un buen acicate para darnos cuenta de
que en sociedades desarrolladas existe una parte muy importante de
desposeídos, de parias, de desarrapados que ni siquiera llegan a la
categoría de ciudadanos, amén de la simbiosis entre capital, banca y
poder.
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